Andrea Mir se encuentra con su versión más limpia, natural y desnuda en ‘ApÁticA‘: un tema sencillo y acústico que sirve de tercer adelanto del que será su segundo álbum, a la venta este otoño

Hay días en los que no conectas con tu alrededor. Días en los que nada te estimula, nada te entretiene; días en los que no empatizas con nada ni con nadie; ni en la vida real ni en las pantallas ni en las redes sociales. Días sumidos en el aburrimiento y en la soledad que, sin embargo, pueden reportarnos cierta calma letárgica: una sensación de chill que fluye a partir de la apatía en su sentido más optimista. Y es precisamente en ese limbo nebuloso donde la artista catalana Andrea Mir se ha encontrado con su versión más limpia, llana y desnuda.

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ApÁticA’, tercer adelanto del que será su segundo álbum, nació en uno de esos días aburridos en los que nada te estimula pero en los que acaban ocurriendo cosas distintas: como crear una melodía a partir de la guitarra cuando no es tu instrumento básico de composición. ¿No os lo decían vuestrxs padres y madres? “Aburrirse es el primer paso para estimular nuestra creatividad”. El limbo de apatía, soledad y calma en el que surgió ‘ApÁticA’ queda perfectamente reflejado en la estructura y la producción mismas de la canción. Minimalista, sencilla y natural, descansa en una base de guitalele sobre la que florece la voz de Andrea sin apenas efectos o distorsiones.

Pero no todo es tan idílico como parece a primera vista. Reconociendo que en toda apatía hay un fondo de crítica hacia lo que te rodea, ya que no te estimula lo más mínimo, el reto de la artista de Rubí era introducir sutilmente esa dualidad entre letargo y molestia, entre pasividad y acción; una dualidad que vertebra su nuevo álbum y que, de un modo u otro, también estaba presente en su dos primer avances: ‘hágase tu voluntad’ y ‘The Kids’. Oyendo entre líneas percibimos sonidos raros, inoportunos y hasta incómodos: pequeñas alarmas casi imperceptibles que, en última instancia, nos llaman a reconectar de nuevo con nuestro entorno. A abandonar el letargo. Porque, en el fondo, no nos engañemos: a nadie le gusta aburrirse más de la cuenta.