Muñecas acaba de publicar el sucesor de su álbum homónimo y debut (2017). Producido por Tuta Torres (Babasónicos), en Festival de Sombras confluyen diversos matices (rock, pop de los ochentas, coros, sintetizadores). Trabajo ambicioso, pero sobre todo ecléctico, ya está disponible en todas las tiendas digitales.

Si el pop es rock inteligente, entonces lo nuevo de Muñecas da cátedra. El segundo y flamante disco de los rosarinos, Festival de Sombras, está inmerso en el imaginario musical de los 80. Galantea con la zona marginal de una corriente estética/artística que se caracterizó por el neón y la fluorescencia.

Co-producido entre el cuarteto y Tuta Torres, bajista de Babasónicos, es un álbum kitsch y de un inesperado y celebrado largo aliento (una intro y 12 canciones distribuidas a lo largo de 43 minutos). Por momentos gótico, por momentos grandilocuente, pavonea con orgullo su pulso bailable y las texturas sintéticas. Promiscuo sonoramente, fluye a través del VaporwaveNew RomanticSynth Wave y R&B sin solución de continuidad.

Aunque esa es solo una cara de la moneda, porque detrás del rímel y el delineador, de lo bello y lo triste, hay temas que tienen poco y nada que ver con los cinco que adelantaron para promocionar el material (“El Secreto”“Diabla”“Rencor”“Liga Humana” y “Manjar”). Como la poderosísima balada “Otro trato”. O “Apaga la luz”, que es épica y al mismo tiempo íntima. ¿Otro ejemplo? “Jardín de invierno” y su saxo lascivo, premio al mejor actor de reparto. En definitiva, la música de Muñecas está hecha de muchas músicas.