Esta es mi experiencia personal con la marihuana:

Comencé relativamente grande  a fumar, después de mis treinta. Ya había fumado años atrás mi primer porro, sin embargo, me desagrado el efecto, demasiada somnolencia y un poco de paranoia, por eso decidí jamás volver a probarla.

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Siendo un adulto «supuestamente» independiente maduro y consciente, me di permiso para probar de nuevo la yerba. Esa segunda vez fue amor a primera vista, todo era mejor con marihuana, la música, la comida, los colores, los olores, todo era maravilloso.

A partir de ahí me enamoré de la planta, fumaba esporádicamente hasta que lo hacía diario por la noche. Eran veladas hermosas, psicodélicas, de bienestar puro, de placer, de introspección. No obstante al año de seguir con esa rutina,  ya no obtenía los mismos efectos. Por más porros que fumara no conseguía la misma sensación que al principio. Me había convertido en  fumador regular.

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El efecto ya no es ni un diez por ciento que al inicio. Sólo fumaba para poder dormir, o simplemente porque el cuerpo me lo pedía, vagamente alcanzaba un cinco por ciento del colocón inicial, reparé me había convertido en  adicto.

Han trascurrido siete años, bien es cierto que la marihuana no es tan peligrosa como el alcohol u otras drogas más severas, pero no deja de ser una droga, que te puede llevar a la adicción, es un hecho. Hacen falta más estudios concluyentes, pero muchos coinciden en que provoca distimia, ansiedad y en algunas personas  ideas delirantes. La personalidad cambia, tiende uno más a la depresión, al fatalismo  al ensimismamiento, al urañismo. Desgraciadamente como es una droga que no te acaba en años como el crack, parece inofensiva, la defendemos a capa y espada como esa novia de la que te enamoraste pero ahora te ignora y sigues buscándola, la justificamos, buscamos argumentos, pero en el fondo sabemos que hay secuelas que nos están afectando.

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No soy una blanca palomita, no soy nadie para decir que hacer, no obstante si consideras que te está afectando es necesario que tomes cartas en el asunto para mejorar la situación. Y si no quieres, pues date en la madre carnal, cada quien es responsable de hacer lo que le plazca.